El sorpasso… ¿de Camacho?

Luis Fernando Camacho, candidato ultramontano y regionalista de Bolivia Crédito de imagen: Fanpage de Luis Fernando camacho, https://www.facebook.com/LFCamachoVaca/photos/3406905106062319

Se conoce como “paradoja de las consecuencias” a un fenómeno muy común en la vida social: generar consecuencias con nuestras acciones que son no sólo distintas, sino también contradictorias respecto a las que pretendíamos alcanzar al planificar e iniciar nuestra conducta.

El fenómeno fue destacado por Max Weber en su investigación sobre el ascenso y desarrollo de la racionalidad moderna. El proceso civilizatorio de la racionalización, insinúa, genera consecuencias irracionales: las imágenes de mundo que se racionalizan para mejorar su capacidad de generar sentido terminan perdiendo, precisamente, capacidad de dar sentido al mundo; las estructuras sociales que, como el Estado, la empresa capitalistas o el derecho, se racionalizan para ampliar los grados de libertad del ser humano terminan, a la larga, burocratizando nuestra vida hasta el punto de coartar todas nuestras libertades y transformar a las sociedades racionalizadas en una “jaula de hierro”.

Pero estas paradojas se pueden apreciar en cualquier ámbito de la acción humana, fuera o más allá de las dinámicas de modernización. Un claro ejemplo acaba de golpearnos la nariz el jueves pasado con la renuncia de Jeanine Añez a su candidatura presidencial. Optó por tal “acto honorífico” (“es un honor, no un sacrificio” dijo) con el propósito de aportar a lo que en el análisis electoral se llama un “sorpasso”: que una candidatura o lista alcance y sobrepase en votos o escaños ganados a otra. Añez no lo dijo explícitamente, pero no se necesitan capacidades cognitivas superiores para inferirlo: su renuncia pretende aportar al sorpasso de Carlos Mesa, a que le arrebate el primer lugar, ya en primera vuelta, ya en segunda, a Luis Arce.

En el actual escenario electoral boliviano, sin embargo, la consecuencia de la renuncia de Añez parece opuesta a la que pretendía. Su generosa autoinmolación ha dejado la puerta muy abierta a otro sorpasso, uno que claramente se encuentra muy lejos de serle grato: el de Camacho por sobre Carlos Mesa. Por sus perfiles y por sus apuestas, es Camacho y no Mesa el que puede capitalizar el voto liberado por la renuncia. En cualquier mapa de preferencias políticas, sin importar el eje de posicionamiento, los electores y las electoras de Añez se encuentran más próximos y próximas a lo que el dirigente cívico representa y encarna. Así queda claro tras un análisis ni tan profundo de la encuesta “Tu Voto Cuenta”, la única que con total honestidad ha liberado su base de datos públicamente.

A continuación se presenta un análisis electoral a partir del procesamiento de una base de datos. Por favor dirigir cualquier queja a las personas responsables de la encuesta.

1. Principales tendencias en la intención de voto por Añez, Camacho y Mesa

1.1 Voto confesional, conservador y tradicionalista

Ya Chi mostró en octubre de 2019 que en el universo electoral boliviano existe un nicho, que rondea los dos dígitos, muy receptivo a una oferta política de intenso contenido valórico tradicionalista, que proponga el rescate y protección de la religiosidad, la familia nuclear, los roles patriarcales de género y la heteronormatividad.

En cierto sentido, el clivaje general que estructura la disputa política en esta elección (MAS vs anti-MAS), ha encontrado una expresión, una manifestación en la disputa confesional. En efecto, dado el alcance del proyecto histórico-político de los 14 años anteriores, el “MAS vs anti-MAS” es un clivaje “abigarrado”, complejo, que sintetiza muchas fracturas en la sociedad boliviana: fracturas de clase, étnicas, regionales, ideológicas, valóricas y también religiosas.

Ese ha sido uno de los factores (no el más importante, pero uno más) de la explosión de la derecha boliviana en tantas candidaturas: cada una encuentra un nicho en distintos aspectos o dimensiones del multicomplejo clivaje general. Ser anti-MAS significa muchas cosas a la vez: tecnócrata neoliberal (Tuto), neoliberal centrista (Mesa), k’ara-céntrico (gran parte de las candidaturas) y ciertamente también religioso/a.

La confesional es la expresión del clivaje general que más han explotado Luis Fernando Camacho y Jeanine Añez. Para ambos, la lucha contra el MAS y Evo Morales fue una lucha para “hacer retornar la biblia al palacio de gobierno”. Y, por ello, antes de anunciar su candidatura, Añez había destacado por actos de gobierno y maniobras discursivas de marcado tinte confesional y tradicionalista. En parte, en eso se apoyó su momentum inicial y el respaldo electoral que mantenía hasta su renuncia. Del total de quienes respondieron que iban a votar por ella, 52,4% declaraba confiar mucho o totalmente en la Iglesia Católica; el porcentaje se reduce levemente a un 45,4% entre los/as votantes de Camacho y cae a 33% entre los/as de Carlos Mesa. En términos simples, una mayoría absoluta del voto de Añez es abiertamente confesional.

1.2 Voto autoritario

Desde el inicio de su campaña, Añez intentó instalarse como el dique de contención y como el liderazgo capaz de controlar las acciones de masa del movimiento popular. En una versión en extremo grotesca, sexista y neanderthal de esa imagen, Arturo Murillo les espetó públicamente a sus aliados de ocasión que Añez había demostrado ser la única “con cojones” para detener al MAS. Y, según se ha podido ver en redes sociales y medios de comunicación durante estos meses, un segmento del electorado boliviano, nostálgico de los tiempos de la bota militar, se siente especialmente interpelado por una presidencia fuerte y con la decisión suficiente para lidiar con los conflictos sociales y políticos a través de la violencia estatal.

Cuadro 1. Confianza en las Fuerzas Armadas según preferencia electoral
Porcentaje de votantes por cada candidato/a que declaran niveles de confianza
Confianza en FFAA Añez Arce Camacho Mesa
Confía mucho o totalmente 40,2 12,4 25,9 24,7
Confía algo 46,5 32,5 51,3 55,2
Confía poco o nada 13,2 55,0 22,7 20,1
Total 100 100 100 100
Fuente: Elaboración propia a partir de Primera Encuesta "Tu Voto Cuenta" (septiembre de 2020)

La evidencia de que este era uno de los factores más importantes en el voto por Añez se encuentra en el porcentaje de quienes confían mucho o totalmente en las Fuerzas Armadas: 40,2% de su intención de voto. De quienes votan por Camacho, sólo 25,9% confía mucho o totalmente y 24,7% en el electorado de Mesa. En el otro extremo se encuentran quienes declaran que votarán por Arce: sólo 12,5%.

En la pregunta por la valoración de la represión estatal durante los últimos conflictos se registran mayores distancias entre los/as potenciales votantes de Mesa y Camacho: hay más de diez puntos porcentuales de diferencia en el sentimiento de protección por parte del Estado (cuadro 2).

Cuadro 2. Sentimiento de protección por parte del Estado en los últimos conflictos sociales según preferencia electoral
Porcentaje de votantes por cada candidato/a que declaran sentimiento de protección
Durante los confictos recientes, el Estado le brindó: Añez Arce Camacho Mesa
Mucha protección o la protección necesaria 54,1 8,2 36,3 25,3
No hubo la protección necesaria 29,7 41,1 40,8 45,6
Se sintió desprotegido/a o abandonado/a 12,2 46,4 19,0 25,6
NS/NR 3,9 4,4 3,8 3,6
Total 100 100 100 100
Fuente: Elaboración propia a partir de Primera Encuesta "Tu Voto Cuenta" (septiembre de 2020)

1.3 Voto regionalista

No es que eso signifique un aplastante caudal de votos, pero no es un hecho menor que Añez, lo mismo que Camacho en Santa Cruz, obtenga la primera mayoría de intención de voto en su departamento. ¿El motivo? Junto al clivaje MAS vs. anti-MAS que estructura las disputas e identidades políticas en todo el país, en la zona oriental operan con mucha intensidad dos clivajes subsidiarios: el clivaje oriente vs. zona andina, y, en menor medida, el clivaje local vs. afuerino. Añez obtenía primera mayoría en intención de voto en Beni porque supo explotar y se instaló de forma eficaz en este último clivaje. En la zona andina del país, en cambio, el clivaje localista carece de eficacia; ahí está la intención de voto del binomio Camacho-Pumari en Potosí como prueba: 0,2%.

La renuncia de Añez arrincona el factor localista a Santa Cruz. En Beni, como en el resto del oriente, entre varias alternativas anti-masistas, el clivaje regionalista debiera convertirse en el factor determinante del voto a falta de candidatura local.

El volumen del voto movido por motivos regionalistas le abre una importante oportunidad a Camacho: del total de la intención de voto por Añez, 57,7% proviene de los tres departamentos del oriente boliviano. En el caso de Mesa, sólo el 16,3%. Las preferencias orientales por Camacho representan el 85,6% del total de su votación.

1.4 Voto sororo

Finalmente, una parte significativa del voto por Añez provenía de otras mujeres y en virtud de su condición de mujer: 56,3% del total. En el voto de Camacho, la proporción de mujeres se reduce al 53,8% y en el voto de Mesa al 50,3%.

2. La ventaja electoral: el mismo espacio político de Añez

A ninguno de estos cuatro perfiles de voto por Añez puede Mesa ofrecer una alternativa plausible. No sólo neoliberal en lo político y económico, sino también liberal en lo valórico; de una pusilanimidad e indecisión imposibles de olvidar con la confesión televisiva de su limosneo internacional y sus tres renuncias a la presidencia; colla especialmente combatido por las elites cruceñas mientras ejerció la presidencia; y hombre sin una agenda de género que dé respuesta transversal a los diversos intereses de las mujeres.

Camacho, por el contrario, es la alternativa “natural” para los cuatro votos que deja huérfanos la renuncia de Añez: ultramontano de biblia y rosario en mano, tradicionalista, amigo -según confesión propia- de tocar las puertas de los cuarteles cuando no le alcanzan los recursos políticos (algo, como se ha podido ver, no precisamente poco frecuente), rostro y líder del levantamiento cruceño tras las elecciones del 20 de octubre. En definitiva, es titular de la oferta política precisa para el voto confesional y conservador, para el voto autoritario y para el voto regionalista de Añez. Más allá de sus mediáticos odios mutuos, hablan en el mismo registro e interpelan al mismo nicho electoral.

Y Camacho es (o era) también la alternativa para el voto sororo por Añez, pues, como ya se ha estudiado y documentado ampliamente en prácticamente todo el mundo, cuando las mujeres no pueden votar movidas por la sororidad (esto es, votar por otra mujer electoralmente competitiva), se inclinan mayoritariamente por candidaturas conservadoras y tradicionalistas. Ergo, no es (o no era) Mesa el llamado a captar el voto de las mujeres que se inclinaban por Añez; es (o era) Camacho.

A todo lo anterior hay que sumarle un detalle importante: los otros dos candidatos que podrían disputarle el voto conservador y el voto autoritario, Tuto y Chi, aumentan su rechazo entre los y las potenciales votantes de Añez. En efecto, si en la muestra total suman 1,7% y 4,8%, respectivamente, en la pregunta “¿Por cuál candidato no votaría?”, en la submuestra de quienes declararon que votarían por Añez el rechazo de ambos sube a casi el doble: Chi a 9% y Tuto a 2,1%. Camacho, en cambio, baja el nivel de rechazo a casi la mitad: de 13,4% en toda la muestra a 7,5% entre los y las votantes de Añez. El rechazo a Mesa no varía.

Cuadro 3. Rechazo por candidatos/as en la muestra total y en la submuestra de votantes por Añez
Porcentaje de votantes que rechaza a cada candidato
Por quién no votaría: Toda la muestra Votantes por Añez
Luis Arce 31,3 65,9
Jeanine Añez 28,9 NA
Luis Fernando Camacho 13,4 7,5
NS/NR 12,6 4,5
Carlos Mesa 5,2 5,3
Chi Hyun Chung 4,8 9,0
Tuto Quiroga 1,7 2,1
Feliciano Mamani 1,5 4,5
María de la Cruz Bayá 0,7 1,3
Fuente: Elaboración propia a partir de Primera Encuesta "Tu Voto Cuenta" (septiembre de 2020)

¿Qué queda ahora? Si Camacho logra captar el 7,7% (10,6% de los votos válidos) de la intención de voto que era para Añez, quedaría a menos de un punto porcentual de Carlos Mesa. ¿Que eso no alcanza para el sorpasso? No si las elecciones fueran hoy. Pero en los procesos electorales el factor “tiempo” es decisivo, y quedando tiempo, las tendencias son las que importan. Y las tendencias ahora son claras: Mesa está estancado e incluso cayendo, mientras que Camacho está en momentum. Por lo tanto, las líneas de tendencia de las intenciones de voto de ambas candidaturas tienen, ceteris paribus, alta probabilidad de cruzarse antes del 18 de octubre. Eso, claro, si Camacho hace lo improbable: no ser un obstáculo para sí mismo.

Hoy, como ha ocurrido desde noviembre, sólo Camacho puede evitar que Camacho haga el sorpasso. Si no se encuentra ya en el segundo lugar es porque, hasta ahora, se ha boicoteado él mismo. El 12 de noviembre aparecía en el horizonte de las elecciones, entonces programadas para el 3 de abril, como “la” alternativa para derrotar al/la candidato/a del MAS. Pero desde entonces se ha dedicado a disparar contra su propia línea de flotación con torpeza política tras torpeza política.

La renuncia de Añez le regaló en bandeja una oportunidad inmejorable de dar un salto cualitativo en la disputa por el electorado conservador y autoritario. Tenía una ventaja inicial significativa para ello. Como se puede ver en el Gráfico 3, el perfil del votante de Añez es casi idéntico al perfil de votante de Camacho; ambas candidaturas cubren el mismo espacio político-valórico-regional. Mesa corre con desventaja en la disputa de ese voto.

Para capitalizar electoralmente la renuncia de Añez, la reacción inmediata de Camacho debió apuntar a atraer a su electorado. Pero se despachó esta joyita en twitter comentando el hecho:

Y con eso, en lugar de convocar a ese voto que quedaba huérfano de candidatura, de prestarle el hombro, de darle contención, lo atacó y lo ridiculizó. Y su ataque tiene un agravante, sobre todo viniendo de él: es un acto de violencia verbal que se puede decodificar como violencia de género, un hombre agrediendo a una mujer. Así que salud-seco: de un tuitazo se farreó la mayor parte del nicho de las mujeres que votaban por Añez.

En definitiva, si Camacho logra hacerse marcación personal, si logra evitar ser él mismo, puede llegar al sopraso. Pero como para eso requiere el voto que era para Añez, atacándola, insinuando que sus votantes son borregos influenciables por el marketing y las encuestas, sólo va a lograr endosárselo a Mesa. En pocas palabras: en las manos del propio Camacho está su destino; o queda a un paso de la segunda vuelta o muere en la insignificancia de un tercer lugar, sin pena ni gloria, por haberse boicoteado… Do the math Camacho!!!

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