El Mostrador miente: ciencias sociales, humanidades y el amateurismo periodístico en Chile

Logo de la OECD Crédito de imagen: OECD

Si quieres consultar el contenido de la denuncia que profesionales de la sociología y la filosofía estamos presentando ante Tribunales de Ética y Disciplina del Colegio de Periodistas de Chile en contra de El Mostrador, puedes ver el documento al final del texto de la presente publicación. Después del documento se encuentra el formulario que debes completar si quieres adherir.

Cada domingo recibo en mi correo personal un boletín de El Mostrador llamado “El Semanal”. En él, Iván Weissman, responsable de su contenido, resume y comenta los hechos económicos más importantes de la semana terminada.

Pese a que en algunas ediciones ha publicado, con bastante ligereza, presunciones e imputaciones sin respaldo de fuentes, opiniones antojadizas sin fundamento empírico o teórico, y errores ortográficos un poquito llamativos para un medio profesional como El Mostrador, en el balance final me ha resultado, hasta ahora, un aporte tener a la mano una selección semanal de los eventos más importantes de la agenda económica. En general, Iván Weissman ha mostrado ser un criterioso curador editorial en esta materia.

Sin embargo, en la edición del 7 de febrero de 2021 (disponible también en El Mostrador: https://www.elmostrador.cl/el-semanal/2021/02/08/el-futuro-de-cencosud-paulmann-internado-enciende-las-alarmas-en-el-directorio-y-minoritarios-newsletter/), El Semanal incurre en una práctica completamente inaceptable desde el punto de vista del profesionalismo periodístico y de la ética en general. Comentando el último reporte de la OECD respecto a Chile (Economic Surveys: Chile 2021), afirma que el documento del organismo de cooperación concluye (y cito de forma textual) que en Chile hay “…exceso de estudiantes de sociología, filosofía, etc., y pocos en carreras de la nueva economía y tecnología…”.

Según indica el mismo Weissman, reporta esta supuesta conclusión del informe de la OECD no a partir de la lectura seria y responsable de su contenido, sino transcribiendo el resumen de un conocido bloguero y twittero que usa lenguaje popular juvenil para escribir sobre economía: el así autodenominado “economista flaite”. Y, en efecto, aunque suene contrario a todo rigor periodístico, Weissman tomó la afirmación que le imputa al informe de un “tuit” (!!!!) del susodicho “economista” (o “susodicho flaite”, a gusto del/a lector/a):

Habiendo recibido mi formación de pregrado en sociología y filosofía y la de post-grado en ciencia política y ciencia de datos, resulta del todo improbable que no hubiera detectado una “conclusión” de tamaño calibre en relación a mis profesiones en la lectura del informe apenas la OECD lo había liberado. Así que dediqué la noche del domingo 7 de febrero a releerlo para verificar si efectivamente contenía la afirmación que le imputa “El Semanal”, tan contraria, por lo demás, a lo que señalan los indicadores conocidos sobre educación superior en Chile. Y, por supuesto, comprobé, doble chequeo mediante, que el informe no formula nada parecido a la conclusión citada. De hecho, ni siquiera menciona a las humanidades o a las ciencias sociales. Lo único que señala respecto a las distintas áreas profesionales es:

  • La demanda on-line por especialistas en matemáticas y ciencias de la computación ha crecido significativamente entre 2010 y 2015 (p. 77);

  • Aunque crece la tasa de matrícula universitaria, es baja la proporción de estudiantes que eligen las carreras que la OECD considera “…áreas relevantes para la competitividad futura” (sic): para el año 2017, sólo 3% se gradúa de carreras ligadas a la tecnología de la información y las comunicaciones, y sólo el 1% de carreras de ciencias naturales, matemáticas y estadísticas (p. 77);

  • Los/as técnicos/as en las áreas de la computación y la informática son de los/as mejor pagados en el país (p. 77);

  • En Chile hay un déficit de 31% de profesionales especialistas en redes informáticas (p. 77);

  • Chile atrae el 70% de la capacidad astronómica del mundo y cuenta con aproximadamente 700 estudiantes de astronomía, convirtiéndose con eso en el país del mundo con mayor cantidad de estudiantes en esta disciplina per cápita (p. 78);

  • La proporción de mujeres que en Chile estudia ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas alcanza sólo al 21% del total de personas graduadas en esas áreas, la más baja de toda la OECD (p. 79).

Y eso sería todo. El informe no publica ninguna, NINGUNA, N-I-N-G-U-N-A afirmación sobre sociología, filosofía o ciencia política. Y tampoco menciona exceso de absolutamente nada. Ergo, Weissman, por tomar como fuente a un tuitero (en verdad lo hizo; no es chiste), mandó su boletín a una lista de correos con claro perfil “decision-makers niche” con la imputación a la OECD de una tesis temeraria que en realidad no plantea; es decir, el suplemento de El Mostrador llamado “El Semanal”, por un grave déficit de profesionalismo periodístico, faltó groseramente a la verdad.

Esta grosera falta a la verdad no es sólo eso, una falta a la verdad; es en realidad un acto delirante por presentar la realidad de forma completamente invertida. La misma OECD publicó en el año 2017 (Education at a Glance 2017) el detalle de cómo se distribuyen los/as estudiantes que egresan de las distintas áreas profesionales en cada país afiliado o asociado. Y la realidad es exactamente la opuesta a la que (des)informa “El Semanal”. Como se puede apreciar en el Gráfico 1, Chile en realidad tiene un significativo déficit de estudiantes que egresan de carreras de humanidades (filosofía) y ciencias sociales (sociología y ciencia política) en relación a lo que ocurre en el resto de la OECD. Sumando a quienes egresan en ambas áreas, quedamos en la última posición de todos los países para los cuales existen datos.

Por si fuera poco, este hecho tiene un trasfondo sociológico y económico bastante conocido por cualquier persona informada. En su Introducción a la historia de la filosofía (sección B, parágrafo 1), Hegel, en unas de sus preclaras intuiciones histórico-materialistas, plantea que la filosofía es “un lujo” que se pueden dar los pueblos que han alcanzado un nivel de desarrollo económico suficiente para dar por satisfechas las “necesidades básicas de la vida”. Parece un “lujo superfluo”, dice, pero en realidad la filosofía “…es una necesidad del espíritu pensante…”. La posibilidad del pensar sistemático y reflexivo (la filosofía), entonces, nace, se desarrolla y se convierte en una “necesidad del espíritu” si y donde las sociedades ya le han dado respuesta a la guática cuando pide comídica. Si no hay desarrollo, no hay filosofía.

Traducido al asunto del informe de la OECD y las faltas a la verdad de “El Semanal”, esto significa que el “economista flaite” y, por tomarlo como fuente, también Weissman, no sólo hacen y publican afirmaciones falsas, sino que, además, por grave desconocimiento de los datos y de las investigaciones especializadas, invierten por completo la realidad: en lugar de ser un estorbo para el crecimiento, como insinúan ellos, la práctica y la masificación de las humanidades y las ciencias sociales están altamente correlacionadas con el desarrollo económico. Son, de hecho, un síntoma; o, más bien, para no meter al psicoanálisis en esto, son una señal: a mayor desarrollo económico de una sociedad, mayor también su posibilidad y su necesidad de filosofía, de sociología, de ciencia política (y de historia, antropología, arqueología, literatura, lingüística, psicología, teoría del arte, filología).

La historia y la filosofía, al igual que buena parte de la aritmética y la geometría occidental, nacen y reciben su primer gran desarrollo en uno de los más importantes ciclos de expansión económica de un pueblo antiguo, el así llamado “siglo de oro” de la Grecia clásica. Las ciencias sociales nacen y empiezan a desarrollarse en el marco del principal gran ciclo expansivo del capitalismo moderno. Durante el siglo XX crecieron y se masificaron para perfeccionar los mecanismos de acumulación económica a través de la optimización de los procesos de extracción de valor del trabajo humano. En economías rurales pobres y poco intensivas en capital, las ciencias sociales son precarias o simplemente no existen. Fueron importadas e institucionalizadas en los países de la periferia pobre capitalista como parte de los ambiciosos paquetes de modernización estructural que se pusieron en marcha en el marco de la Guerra Fría.

Resumiendo: no sólo la expansión y masificación de las ciencias sociales y las humanidades no constituyen una traba al desarrollo, sino, al contrario, son una señal (entre otras) de crecimiento económico y de modernización de una sociedad. Los “pajerazos” (así, sólo machotes), como nos llama el “economista flaite”, somos una respuesta a la urgencia que tienen las sociedades en proceso de transformación estructural de observarse, de describirse, de comprenderse, de dominar y controlar los procesos que las cruzan, lo que significa dominar y controlar a los sujetos que se conforman en torno a tales procesos. Y, dada la naturaleza del capital, las sociedades modernas o en proceso de modernización se encuentran en estado de permanente transformación estructural.

En el Gráfico 2 se puede observar con detalle lo descrito en los últimos cuatro párrafos: existe una “afinidad electiva” entre el crecimiento económico y la masividad del estudio de las humanidades y las ciencias sociales; a un mayor producto per cápita (PPP), mayor también la cantidad de estudiantes que egresan de estas áreas. Aunque existen algunos casos outiliers significativos (India, Indonesia, Luxemburgo, Suiza), la tendencia es clara: el así llamado “desarrollo económico” supone o va acompañado del crecimiento (en número e importancia) del número de “pajerazos” de las ciencias sociales y las humanidades.

Informándose, conociendo y entendiendo estos antecedentes, algo que ni Weissman ni su iluminada fuente de twitter han hecho, sólo cabe una conclusión: lo que exhibe Chile son números tercermundistas y subdesarrollados. Con los cerca a 25 mil dólares per cápita PPP de PIB que tenía en 2015, habría cabido esperar que registrase entre 15% y 20% de estudiantes que egresan de carreras de humanidades y ciencias sociales. Y, sin embargo, no alcanzó ni al 10%. Nos encontramos en un estado de importante rezago respecto al resto de la OECD. Este rezago, de hecho, es mayor al que exhibe el país en carreras del grupo que el informe llama “áreas relevantes para la competitividad futura” (sic): ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, de un lado, y tecnologías de las comunicaciones y la información, del otro. Nos falta 4,5% más de personas que egresen de este último grupo de carreras para igualar la media de la OECD, pero para igualar a la media de personas egresadas de carreras de ciencias sociales y humanidades nos falta 12,1%. Si somos consistentes en el uso del promedio de los países de la OECD como estándar o indicador del déficit (o superávit) de profesionales en un área, entonces el exceso está en las carreras de ingeniería, industria y construcción y en las del área de la salud (Gráfico 3).

En resumen, Weissman y El Semanal no sólo mintieron al difundir información falsa a nombre o bajo el paraguas de El Mostrador, que ya es grave. El problema es que la información falsa es tan falsa que termina en afirmaciones ignorantemente contrarias a la realidad, a todo lo que dicen los indicadores, a todo lo que muestra la propia OECD. Primero, no sólo en Chile no hay exceso de “sociólogos, filósofos, politólogos” y demás “pajerazos” (así, todos hombres en la fuente), sino que hay déficit, y uno muy significativo. Y, segundo, tampoco existe la relación causal que, siguiendo a un tuitero, insinúan Weissman y El Semanal, sino la contraria: no es que la sociología o la ciencia política supongan algún freno para el desarrollo y el crecimiento; al revés: el desarrollo y el crecimiento impulsan la institucionalización y masificación de las ciencias sociales y las humanidades. Las necesita. Ellas aportan no sólo a hacer inteligibles las transformaciones por las que atraviesan las sociedades; además generan insumos (conocimiento) que permiten optimizar la “productividad del trabajo”, lo que, durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, ha sido fundamental para que las empresas de todo tamaño puedan maximizar utilidades y reducir costos. En los últimos 150 años, la acumulación capitalista (en todos los regímenes, desde los de libre mercado hasta el capitalismo de Estado de tipo soviético) ha caminado de la mano de las ciencias sociales.

La duda que queda después de tamaño “desliz” de “El Semanal” es: ¿cómo diantres un medio como El Mostrador, con dos décadas de trayectoria, termina publicando información tan burdamente falsa? ¿Qué cadena de acontecimientos tiene que haberse producido para que llegue a tal degradación periodística? He aquí una recapitulación de los hechos conocidos (y algunos supuestos) que, hasta el momento, explican el chascarro:

  1. El día 4 de febrero la OECD liberó su informe Economic Surveys: Chile 2021;

  2. Por alguna razón desconocida, estos informes de la OECD, de calidad bastante inferior a los informes de otros organismos multilaterales, como los del Banco Mundial o la CEPAL, generan alto revuelo en Chile;

  3. Como Ivan Weissman, editor de “El Mostrador Mercados”, spamea todos los domingos “El Semanal”, un boletín especializado en noticias económicas, no podía no reportar la publicación del informe. Decidió dedicarle la tercera sección del boletín. Le resultaron más relevantes la hospitalización de Paulmann y el chismorreo acerca del origen de los capitales de Mosa.

  4. Para redactar el contenido de esta tercera sección obviamente debía enterarse de qué decía el informe. La alternativa lógica era leerlo. Se encuentra disponible y completamente accesible on-line: https://www.keepeek.com//Digital-Asset-Management/oecd/economics/oecd-economic-surveys-chile-2021_79b39420-en

    Pero al parecer las 123 páginas le provocaron algún tipo de soponcio. Y, claro, el informe no brilla precisamente por estar bien escrito o entregar análisis especialmente sofisticados, de esos que da gusto leer. Además, estábamos en febrero, mes de vacaciones y poco tráfico web. Así que… ¿quién podría darse cuenta que iba a reportear sobre los contenidos del informe sin leerlo? Mejor hacer un copy & paste del resumen de alguien que ya le hubiera echado una hojeada; total, y más allá de lo que crea la honorable Olivera respecto al taca-taca, el deporte nacional en Chile es chanchullar con torpedos y plagios. Un alto personero de RN, ex diputado, ex senador, ex ministro de Defensa, es abogado gracias a que copió un informe de la ONU completo y lo presentó como tesis de grado propia. Quien esté libre de pecado…

  5. Paréntesis especulativo para aportar el eslabón que falta: no es improbable que Weissman haya preguntado en su red de compinches si algún/a picao/a a “analista económico” se había bancado ya el informe de la OECD. Y si fue así, de seguro su compipa “economista flaite” se ofreció a compartirle el “resumen” a través de Twitter.

  6. Fin del paréntesis y de vuelta a los hechos. En particular, a un hecho incontrovertible: hay que ser entre irresponsable, desesperado y muy flojo para copiarle algo al “economista flaite”. Este evidente ingeniero comercial, tan carente de luces que tuvo que inventarse un personaje con el que imposta, fracasadamente, el habla popular, es eso: un personaje que recibe una atención que, como ingeniero comercial con evidentes carencias formativas, no recibiría jamás. Tiene tan graves carencias que se marea hasta con una hoja de cálculo de Excel, como bien lo ha mostrado ya la gente de Felices y Forrados. Por ello, su negocio no es el análisis económico; su negocio es llamar la atención; es un personaje de ficción más ligado al entretenimiento que a la economía. Aunque, hay que decirlo, su impostación fracasada del habla popular suele dar más penita que risa.

  7. Evidentemente el “economista flaite” tampoco leyó el informe. Su hilo en twitter es sólo una sopa de vómitos impresionistas con palabras en coa sobre los gráficos publicados en él. Pero sobre el contenido del documento hace fundamentalmente afirmaciones falsas. De muestra, un botón más: en otro tuit de su hilo plantea que “Los pendejos usan la internet pa webiar en RRSS en la casa pero no el colegio (sic)”. Pero el informe no plantea nada que se acerque ni remotamente a eso. Lo que concluye la OECD a partir del gráfico que “analiza” el “economista flaite” es algo radicalmente distinto, que tiene que ver con otro tipo de problemas, el del cuidado de la información personal y el derecho a la privacidad:

“La transformación de la economía digital trae consigo oportunidades, pero supone también algunos riesgos societales. Si bien el acceso a internet de parte de estudiantes de 15 años se encuentra en los niveles de la OECD, existe una alta exposición a riesgos y a baja utilización de oportunidades en el uso de tecnologías mientras se hace uso extremo de internet. Beneficiarse de las oportunidades digitales depende no sólo de contar con las habilidades requeridas, sino también de manejar los riesgos de la seguridad digital. Los/as profesores/as deberían recibir capacitación especial en educación de software y los programas de desarrollo profesional necesitan preparar a profesores/as y colegios para educar a los/as estudiantes en seguridad y privacidad digitales…” (OECD, Economic Surveys: Chile 2021, pp. 75 y 76; traducción propia)

Como se puede ver, ni una mención en el informe -ni una sola, ninguna, nein, rien, zero, niente- al tiempo de conexión a “redes sociales” por parte de los/as estudiantes. El “economista flaite” está comentando cualquier cosa menos el informe de la OECD. Probablemente algún informe que reside en su cabeza, pero definitivamente no el de la OECD. Ese simplemente no lo leyó. Y en lenguaje popular no se llama “flaite” al acto de comentar y juzgar a partir de imágenes y grafiquitos un documento que no se ha leído; se llama “chanta”. Y la persona que lo comete… bueno, que cada quien saque sus conclusiones. El hecho es que el “economista flaite” posteó sus subjetivísimas impresiones de los gráficos del informe como si fueran un resumen. Pero no podían serlo, porque el informe simplemente no lo leyó.

  1. El “economista flaite”, como mencionaba, es un personaje del género “entretenimiento”. Está ahí para intentar alegrar a una audiencia tan precaria que podría reírse hasta con su coa falso. Su “resumen” (!) trucho del informe de la OECD hay que entenderlo en este marco: no pretendía con él dar cuenta rigurosa del contenido, sino hacer reír. Y está en su derecho, porque es su negocio. A la larga, esto no se originó porque él hubiera intentado hacer lo que siempre hace: tratar de sacar risas con afirmaciones bobas en coa falso. El problema está en que alguien hubiera tomado esas afirmaciones bobas en coa falso para transformarlas en una nota periodística sin entender que se tratan de afirmaciones bobas que intentan hacer reír. Eso equivale a escribir un tratado de filosofía contemporánea a partir de “la cumbia epistemológica” de Les Luthiers por ser incapaz de comprender a Heidegger o Derrida.


Ya bastante falto de profesionalismo y de rigor periodístico fue redactar una nota sobre un informe que no se leyó. Pero sustituir el trabajo que la flojera no permitió hacer tomando, a modo de fuente, los comentarios de un personaje de ficción dedicado al negocio del humor en redes sociales ya no califica ni de irresponsable, amateur o poco profesional. Es abiertamente una falta de respeto al/a lector/a.

El hecho no pasaría de una anécdota para ilustrar el paupérrimo estado del periodismo chileno si no fuera por un detalle algo, ligeramente importante: la difusión en un nicho de “decision-makers” de alguna imputación investida de la autoridad de la OECD puede tener consecuencias prácticas. Transmitirle, por ejemplo, a los/as responsables de la gestión y conducción de grandes empresas que la OECD considera superfluas y sobrantes en la era de la economía de la información y los datos a las ciencias sociales puede afectar a la valorización de mercado y a la empleabilidad de estas profesiones. Si fuera verdad que la OECD afirma eso, vaya y pase. Pero acá no sólo está el problema de que eso es falso; está además la agravante de que un profesional dedicado al periodismo económico hizo esa afirmación falsa sin haber leído el informe y tomando como fuente a un payaso de twitter. De la desidia y la flojera a la irresponsabilidad periodística hay un paso pequeño, pero no tan pequeño como el que separa a la mala praxis periodística, como la de “El Semanal”, de la comisión de daños.

Más allá de que Weissman, politólogo de profesión según su twitter, hubiera sacado a los/as profesionales de la ciencia política de la lista original de “pajerazos” que el “economista flaite” le imputa mentirosamente al informe de la OECD, no parece haber dolo en su mala praxis. Todo indica que se trató simplemente de un hecho de flojera y amateurismo periodístico sin mala intención.

Pero si fue ése el caso, entonces es turno de la ética. Y lo que corresponde de parte de Weismann y El Mostrador desde el punto de vista de la ética ahora es:

  1. Rectificación pública, con la misma publicidad y difusión que la mentira original, de la información falsa publicada por “El Semanal” respecto a que el informe de la OECD considera “excesiva” a la cantidad de profesionales de la sociología y la filosofía;

  2. Excusas públicas a ambos gremios y sus profesionales por haber publicado y difundido masivamente esta afirmación falsa como consecuencia de la desidia, la flojera y la mala praxis periodística;

  3. Un compromiso editorial público de parte de El Mostrador de que este tipo de hechos, generados por la falta de rigor y profesionalismo periodísticos, no se va a volver a repetir, menos aún cuando puede tener como consecuencia algún daño a terceras partes.

  4. Sería todo un detalle que El Mostrador anunciara una revisión del protocolo editorial de aseguramiento de la calidad periodística de las publicaciones como respuesta a esta mala praxis cometida por su editor de “Mercados”.

Por su historia y tradición, cabe esperar que El Mostrador esté a la altura ética del medio profesional que todavía se supone que es. De todas formas, que quede en actas que es bastante penoso ver a un medio como éste, que alguna vez hizo un trabajo periodístico tan riguroso y profesional que fue capaz de revertir nombramientos de autoridades (con esta nota, por ejemplo), cayendo en la decadencia de publicar información falsa por tomar como fuente a un payaso de twitter. Lástima que la esfera pública esté perdiendo al que alguna vez fue un actor muy respetable en el sistema nacional de medios de comunicación. Esperemos que su equipo directivo y editorial todavía esté a tiempo de rectificar el rumbo para recuperar el papel y el respeto que El Mostrador se ganó alguna vez gracias al trabajo periodístico riguroso y profesional.


Denuncia contra El Mostrador que se presentará ante Tribunales de Ética y Disciplina del Colegio de Periodistas


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