Iacta alea est. Llegó por fin el tan augurado 5 de mayo.
Y con sus también muy augurados resultados. La suerte
ha sido echada. Se ha terminado de configurar el tablero
que todos anticipábamos. La Cosa Nostra de tres cabezas
(la Prefectura, el Komité y la CDE) montó su onerosa
encuestilla para la Automanía (remedo de autonomía de
y para los habitués de la desaparecida discoteca),
mostrando con ello que, incluso en pleno siglo XXI,
incluso en plena era de la información, los
procedimientos elementales que garantizan la limpieza y
transparencia de cualquier evento electoral pueden
pasarse por alto con la misma facilidad con que en el
latifundio oriental se olvida que el trabajo debe pagarse
con salario.
El protagonista del 4 de mayo supone que, después de su
jugada, sólo queda una alternativa: la negociación de un
nuevo Estado. ¿Los negociadores? El gobierno central y
las 4 autoridades departamentales automaniacas, por
supuesto. En esto coinciden los dones más importantes
de la Cosa Nostra, fundamentalmente Don Urenda y Don
Klinsky. De hecho, la jugada del 4 de mayo fue una
brillante medida de presión en esa dirección. Es distinto
negociar un régimen automaniaco con un estatrucho
aprobado (sin mucha decencia electoral) que sin él.
Evidentemente la de la Cosa Nostra fue una apuesta más
que arriesgada, y no sólo por lo limítrofe con la sedición.
Y como se dice en el póker o en el tardocapitalismo
financiero, mientras más arriesgada la apuesta, más altos
los réditos.
Los primeros réditos no anduvieron nada mal. El
domingo en la noche el presidente convocó a los
prefectos a un diálogo por “una verdadera autonomía”,
reconociendo con ello a las autoridades departamentales
como los actores e interlocutores válidos para la
negociación y
construcción de una nueva
institucionalidad estatal. Con semejante jugada (la del
reconocimiento), el gobierno pierde a corto plazo al
menos dos pulsetas. Primero, si el nuevo Estado debe
negociarse con los prefectos, éstos constituyen
autoridades legítimas, incluso para crear ordenamientos
políticos departamentales. Segundo, si el nuevo régimen
de autonomías se negocia sólo con las autoridades
departamentales, pierden carácter de actor e interlocutor
legítimo las otras instancias territoriales autónomas que
el proyecto de nueva CPE quiere crear. Para crear un
régimen autonómico a la medida del gobierno y no de
los departamentos, el ejecutivo tendría que convocar
(reconocer como interlocutores) también a provincias,
municipios y TICOs (Territorios Indígena Campesino
Originarios)… Con su movida del domingo, sin
embargo, ha favorecido la creación de un régimen
autonómico más a la medida de la Cosa Nostra que al propio proyecto del gobierno.
En definitiva, son dos las pulsetas que el Gobierno perdió para el corto plazo, para la resolución de la agenda autonómica. Pero la
jugada del gobierno tampoco es ilusa. Al seguir reconociendo a las autoridades departamentales como los interlocutores válidos
para el proceso de creación de la nueva institucionalidad estatal, queda marginado de la agenda cualquier otro actor que quiera
jugar en la arena nacional. Nohay mucho misterio en esto. Mientras el diálogo siga ofreciéndose a los prefectos, los partidos
(fundamentalmente, UN y PODEMOS) seguirán sin presencia alguna en los procesos políticos. Y esto convierte al MAS en el
único actor visible a nivel nacional, una ventaja mediática y política que, aunque por el momento genere desgaste, mostrará sus
propios réditos en coyunturas electorales… Después del 4 mayo, el gobierno recibió un importante revés a corto plazo, pero los
principales perdedores siguen siendo UN y PODEMOS. ¿Representa esto último un rédito para la arriesgada apuesta de la Cosa
Nostra? Ni fú ni fá. La automanía departamental se está construyendo al margen de los partidos, aunque probablemente no sin su
injerencia. De ahí que antes se llamara “esta-TUTOs” a lo que hoy llamamos “estatruchos”.
Pero… ¿sólo hay réditos en la arriesgada apuesta de la Cosa Nostra? Evidentemente no. Como en toda moneda, en la del riesgo
también hay dos caras. Un gran riesgo puede traer grandes ganancias, pero también puede generar enormes pérdidas. Y en el
tablero creado el 4 de mayo, las pérdidas mayores pueden recaer sobre la propia Cosa Nostra. Esto, por supuesto, en caso de que el
gobierno decida realizar dos jugadas, juntas o por separado, simultánea o secuencialmente: la jugada de rechazar el diálogo y la
jugada de reorganizar el ordenamiento político-administrativo.
La jugada de rechazar el diálogo. La apuesta de la Cosa Nostra es negociar con los 4 estatruchos en la mano… Pero, ¿qué
pasaría si el gobierno, después de haber ofrecido diálogo incansablemente, decide que, ante tanta negativa de parte de las
autoridades departamentales, pasó el tiempo de la negociación y que ahora corresponde hacer efectiva la agenda constituyente y el
referéndum respectivo? Esta jugada, además de muy probable, sería la menos conveniente para la propia Cosa Nostra. Supongamos que no se instala ninguna negociación y que, en su lugar, la propuesta de nueva CPE va a referéndum… Si la nueva
CPE no se aprueba, no habrá base constitucional alguna para crear departamentos autonómicos. Si, por el contrario, la nueva CPE
se aprueba, ganará el modelo de autonomía del gobierno. En cualquiera de los dos escenarios, la causa automaniaca, tal como está
formulada en la actualidad, pierde. Y la pérdida mayor se registraría en el caso de que no se apruebe la nueva CPE: el mismo
proceso autonómico quedaría entrampado hasta que se encuentre una nueva fórmula (pacto político, nueva constituyente o quiebre
institucional) para incluir, con rango constitucional, a las autonomías en el ordenamiento político-administrativo boliviano. En
términos concretos, estamos hablando de 3 ó 4 años más de proceso político para hacer efectiva de jure la autonomía. Por mientras
sólo queda la alternativa de hacerla efectiva de facto, alternativa con la que la Cosa Nostra ha mostrado una afinidad sospechosa y
vergonzosa, pero que a un segmento importante y creciente de la ciudadanía cruceña le está produciendo anticuerpos…
La jugada de reorganizar el ordenamiento político-administrativo. Junto con el nuevo tablero, la Cosa Nostra ha producido
también un precedente, ignominioso, pero precedente al fin y al cabo, que sirve de argumento político para la creación de facto de
nuevas entidades político-territoriales autonómicas. Ya inició este camino la Provincia de Cordillera en Santa Cruz. Y el río está
demasiado revuelto en el Gran Chaco, Tarija. Es más, incluso se ha propuesto la creación de un décimo departamento. Cualquiera
sea el futuro de estas propuestas, las condiciones objetivas son propicias para, al menos, cuestionar la ya añeja división político-
administrativa de 9 departamentos. Si provincias enteras reaccionan en contra de los proyectos automaniacos de los Komités
cívicos, los departamentos respectivos, en tanto unidades político-territoriales, se acercan aceleradamente a la escisión. Y la
escisión de cualquiera de los departamentos significaría un debilitamiento económico, político y simbólico para la causa
automaniaca. Si el ejecutivo decide realizar esta jugada y coordinar con los actores provinciales la creación de facto de nuevas
entidades autónomicas, la Cosa Nostra carecería de recursos morales para objetar. De ahí que la operación “reorganización
político-administrativa” pueda producir el daño político más severo a la causa automaniaca. ¿Cómo se vería el mapa boliviano
con, por poner un número, 2 ó 3 departamentos adicionales, creados a expensas de los departamentos automaniacos?
La euforia del 84% (con participación de únicamente el 61% del padrón) aún no permite que la Cosa Nostra dimensione la Caja de
Pandora que acaba de abrir. El tablero creado por el tramparéndum le regala en bandeja de plata dos jugadas ganadoras al
gobierno… Y todo indica que el gobierno lo sabe. Quizás eso explique la pasividad, la casi desidia con la que se opuso al evento
del 4 de mayo: un par de llamados al diálogo por aquí; un par de gestiones internacionales por allá; un par de invitaciones a la
iglesia o a la OEA para intermediar… Pero… Nada más. Nada de hacer uso del monopolio legítimo de la fuerza física o de iniciar
procesos judiciales por sedición o delitos semejantes… Vistos los escenarios posibles post-tramparéndum, ¿cómo el ejecutivo no
se iba a estar frotando las manos con el enorme favor que le hacía la Cosa Nostra? El 4 de mayo le regalaron dos jugadas políticas
que, antes de eso, no parecían muy probables. Ya hay excusa para redimensionar territorial, política y económicamente a los
departamentos de Santa Cruz y Tarija. Ya hay motivo para someter a Referéndum la propuesta de nueva CPE sin modificarle ni
una sola coma. ¡Y todo esto casi gratis, sin incurrir en el desgaste político de hacer uso de la fuerza física!
En el balance, ¿quién ganó y quién perdió el 4 de mayo?