¿Y los argumentos? O... ¿inversamente proporcional a qué?

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La reciente respuesta que atentamente le había dedicado al señor de longo, muy longo título, don Eduardo Enrique Roca Díaz, Secretario Ejecutivo de la Asociación de Industria Metalmecánica de Santa Cruz, terminó sacándolo definitivamente de sus casillas. En efecto, de ser alguien inclinado a una no tan violenta discriminación racial, como se había mostrado en su primer intento fallido de refutación, con una simple lección de construcción de argumentos se convirtió, según lo muestra su última réplica, en una energúmena y fácilmente irascible metralleta de descalificaciones ad hominem. ¿Y los argumentos? Bien gracias. Tal vez antes del fin de los tiempos el señor pueda elaborar alguno… Pero definitivamente eso no va a pasar en el presente siglo. Mientras tanto, penosamente su participación ha dejado en evidencia que lo único que pueden aportar al debate publico la Asociación de Industria Metalmecánica y la Cámara de Pequeña Industria y Artesanía de Santa Cruz es mesianismo populachero y una inmadurez vergonzosa: ante la primera amenaza de verse falto de argumentos, su dirigente sólo atina a vomitar descalificaciones personales y delirios esotéricos sobre el futuro inmediato.

Por mi parte, podría darle una lección al ya no tan distinguido señor respondiéndole en su mismo lenguaje de verdulera (con el perdón de las dignas y abnegadas verduleras de toda Bolivia; no es mi intención insultarlas al igualarlas al señor de longo, muy longo titulo). Podría decirle, por ejemplo, que su respuesta última lo mostró como un escalador arribista favorecido por las limosnas de las logias cruceñas, a quienes seguramente debe su posición gremial y ante las que, por eso mismo, se muestra especial y vergonzosamente genuflecto. Podría decirle también que su odio racial y homofóbico evidencia una inseguridad neurótica hacia su propia condición sexual y étnica; probablemente el señor de longo, muy longo título no es tan caucásico o masculino como él quisiera. Podría, en fin, decirle eso y mucho más para bajar hasta sus niveles de irracionalidad. Pero, en lugar de hacer eso, me voy a limitar a seguir educándolo. En la respuesta anterior ya le enseñé cómo se refuta un planteamiento. En la presente le voy a enseñar como se re-encausa una balacera de descalificaciones personales, como la última del antes distinguido señor, hacia el intercambio racional y civilizado de puntos de vista. Para ello simplemente le voy a pedir mis más sentidas disculpas. Mi respuesta en verdad estaba escrita para una persona madura, inteligente y habituada al viejo arte de la argumentación que el señor de longo, muy longo título resultó no ser. Mea culpa. Yo debí darme cuenta que el señor no estaba a la altura la primera vez que se refirió con el término “macacos” a sus conciudadanos. Por ello, por no haberme dado cuenta, le pido mis más sinceras disculpas. Me excedí en elegancias (sarcasmos, construcción de silogismos, figuras literarias) que, por no estar a su alcance, terminaron arrebatándole el control de sí mismo. Y fue por eso, y no por otra cosa, que hizo el papelón de repartir descalificaciones con ventilador en su última réplica. Definitivamente soy yo el responsable de eso, y me corresponde, por ello, pedir todas las disculpas del caso. Y excusarme por haberlo llevado a semejante descontrol implica pedirle disculpas por:

  1. Ponerle la trampa muy, pero muy barata de hacerle saber, a través de un mensaje de correo personal, que resido en Chile para que, al saberlo, se viera tentado a mostrarse tan básico y prosaico de atacar ese hecho, mi lugar de residencia, en lugar de ocuparse de mis argumentos.

  2. No haber sido lo suficientemente explícito en todo lo que escribo como para hacerle notar al señor de longo, muy longo título que todos los calificativos con los que él cree estar insultándome (indígena aymara u homosexual) representan, al contrario, un motivo de profundo orgullo para cualquier persona culturalmente evolucionada. Al decirme “indio aymara” no sólo no me insulta, sino que me hace el honor de ponerme a la altura de personajes tan admirables como el pintor Roberto Mamani Mamani o el escritor Juan de Dios Yapita (por nombrar sólo un par). Al decirme “homosexual” no sólo no me insulta, sino que me hace el honor de ponerme en la misma condición del matemático y padre de la computación moderna Alan Turing, del filósofo Michel Foucault o del novelista Braulio Arenas. Mientras más insiste en llamarme indígena homosexual, sólo me da más y más motivos para sentir orgullo. Y se lo agradezco infinitamente. Lamento, sí, que el señor de longo, muy longo título hubiera gastado más de la mitad de su respuesta vomitando esos calificativos con el objeto de insultarme cuando, en realidad, sólo me hacía un honor.

  3. Finalmente, haber empujado, sólo con un par de silogismos y evidencias empíricas, al señor de longo, muy longo título a que se replegara en la dogmática repetición incoherente de consignas futuristas propias de profeta en desgracia: “El CONALDE tendrá su victoria final en breve…”, “…La ‘constitución’ comunista del indio Evo Morales no podrá ser aplicada en la mayor parte de los territorios bolivianos, habrá una convulsión absoluta…”, “…si ocurre la imposición de la ‘carta’ constitucional del indio Evo Morales el resultado será un tendal de muertos de ambos lados…”, “…habrá concluido la ‘carrera’ política del indio Evo Morales…”. Pido disculpas, en definitiva, por no haber entendido que mi análisis de coyuntura sólo podía ser respondido con delirantes videncias apocalípticas sobre el futuro. De haber sabido que intercambiaba puntos de vistas con un frustrado chamán trucho, no perdía mi tiempo apelado a recursos racionales de argumentación. Sus ínfulas de profeta y vidente milenarista definitivamente tienen que haberse sentido ofendidas al enfrentarse a argumentos racionales y evidencia empírica. En verdad pido todas las disculpas del caso por no haber sido capaz de notar a tiempo que mi respuesta iba dirigida a alguien con vocación de tarotista esotérico de circo pobre (con el perdón de todos los tarotistas esotéricos y los circos pobres del mundo) y no a un dirigente gremial. De haberlo notado a tiempo, habría pedido a cualquier predicador de la Plaza San Francisco que se hiciera cargo de los desvaríos apocalípticos del señor de longo, muy longo título. Así conversaban entre pares.

En fin. Lo único que el señor de longo, muy longo título ha hecho en dos réplicas seguidas es repetir como muñeco de ventrílocuo exactamente la misma consigna: la mitad suroriental de Bolivia construirá un Estado liberal. Pero, ¿y los argumentos? ¿Exactamente cómo van a crear un Estado en la zona si ni siquiera tienen control del territorio de los departamentos? ¿Puede o no puede el señor de longo, muy longo título responder a una pregunta que refiere a un problema elemental de la política, a saber: los Estados, al menos por el momento, existen y sólo pueden existir en un territorio?

Todavía le otorgo al señor de longo, muy longo título el beneficio de la duda. Si a pesar de ser un diletante en la observación de la política (su lenguaje lo delata) puede elaborar aunque sea un remedo de argumento para fundamentar lo que dice, hasta podría aminorar el papelón que hasta ahora ha hecho y no parecer tan irracional y fácilmente irascible. Con un (no pido más que uno) argumento basta para no verse tan ridículo.

Termino esta segunda lección de argumentación elemental gratuita con un agradecimiento y una pregunta.

El agradecimiento: le agradezco sinceramente al señor de longo, muy longo título por difundir mi blog personal. Aunque, por el tono y cariz de sus energúmenas arengas de guerra étnica, dudo mucho que llegue al público objetivo que me interesa (la población letrada de toda Bolivia), se lo agradezco de todas formas.

La pregunta: en su última respuesta el señor de longo, muy longo título no ha escatimado esfuerzo alguno en mostrare como un energúmeno y fácilmente irascible seguidor de Eichmann. Sólo le faltó pedir el inicio de una campaña de limpieza étnica en su departamento. Hizo todo eso, decía, pero hasta ahora no ha respondido a una pregunta muy, pero muy sencilla: su longo, muy longo título, ¿inversamente proporcional a qué es?

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